Inicio COLUMNAS ESPACIO PSYCHE – MÁS ALLÁ DEL CUERPO

ESPACIO PSYCHE – MÁS ALLÁ DEL CUERPO

mayo 5, 2020

 

Ilustración de Matias Almeida Siciliano

¿Qué es la Psicología? ante esta pregunta es común que surjan una variedad de mitos y prejuicios que creímos necesario abordar: “yo no creo en la Psicología” “ir al Psicólogo es para los locos” “para qué ir al Psicólogo cuando puedo hablar con el taxista” entre algunos otros en los que preferimos no ahondar. Para disipar todas estas ideas y para ejemplificar brevemente de qué hablamos cuando nombramos a la Psicología, entendemos pertinente remitirnos a la etimología de esta palabra, es decir, los significados que ésta encierra: el afijo “Psico” tiene un contenido milenario ya que deriva de la voz griega psykhé, que puede traducirse como alma, mente, espíritu o actividad mental. Mientras que el afijo “logía” que deriva de “logos” puede traducirse como ciencia o estudio. Por lo tanto, más a allá de creencias o no creencias, la Psicología es una disciplina que se encarga de estudiar científicamente los procesos mentales y los comportamientos de las personas y su relación con el ambiente.

Por supuesto, esta disciplina está enmarcada en el cuidado de la salud. Popularmente, cuando se la trae a mención, es común que surja la idea de que se encarga del cuidado de la “Salud Mental”, dejando implícita (aunque para algunos,  bastante explícita) la idea de que por un lado existe una salud física, la que se lleva casi toda la atención y el interés por parte de la población ya que es de la que se encargan los doctores con sus inyecciones, pastillas, y efectos a corto plazo; mientras que del otro están los psicólogos, adentrándose en los intrincados y complejos rincones del pensamiento y las emociones.

Esta dicotomía que tiende a separar y a jerarquizar la “salud mental” por debajo de la “salud física” tiene orígenes muy remotos, que pueden rastrearse en el pensamiento humano hasta los tiempos de Platón, en la antigua Grecia. Pero un poco más cercano en
el tiempo, en el siglo XVII, René Descartes, planteó la existencia por sí misma de dos sustancias: el alma y el cuerpo.

La influencia de este filósofo en el pensamiento que lo continuó es innegablemente potente y ésta separación que estableció entre el alma, que no podía ser objeto de conocimiento por estar bajo la influencia de Dios, dejaba únicamente a la iglesia la potestad de ocuparse de los malestares de ésta; y el cuerpo, que por pertenecer al mundo material era pasible de ser conocido, dejando el terreno abierto para el avance de las ciencias que se especializaron en entender su funcionamiento y que serían los motores de
la medicina.

Algunos cientos de años después del surgimiento de estas ideas, cuando pensamos en salud, es probable que la primera palabra que se nos venga a la mente, sea “doctor”, “medicina” o “enfermedad”. Y si bien, desde la OMS se ha tratado de establecer a
la salud como un estado del que no sólo lo mental, sino también lo ambiental forma parte, (nos atrevemos a decir también que la salud no es algún tipo de estado absoluto de bienestar ni tampoco es la ausencia de enfermedad) cuando uno se enfrenta a transitar por los sistemas de salud, se encuentra con que el foco de la atención está, en la mayoría de los casos, centrado en lo físico, dejando de lado una de las áreas que entendemos pueden ser de suma importancia para mejorar los sistemas de atención, el tránsito de las personas por los procesos de salud-enfermedad y la calidad de vida: lo mental en la salud.

En nuestro país, cuando hablamos de lo mental en la salud podemos señalar como un hito histórico la inauguración en el año 1880 de lo que hoy conocemos como Hospital Vilardebó y conjuntamente la creación de la Facultad de Medicina donde surge la
psiquiatría como disciplina, profundizando la separación del cuerpo y la mente. Años más tarde, numerosos informes internacionales reconocen el maltrato general a las personas internadas en los dispositivos de encierro, el uso de tratamientos invasivos, el exclusivo uso de psicofármacos y electroshocks y la falta de personal especializado; dando cuenta de la crisis en la que se encontraba sumergido nuestro sistema de atención. Como pudo verse brevemente, la historia de lo mental en la salud en nuestro país ha transitado por un camino penoso de deterioro, pobreza y exclusión social-sanitaria.

La atención a la salud desde la primacía de lo físico ha ido fracasando y se han ido modificando las políticas en salud; ya que el sistema de atención tradicional (ni siquiera con los grandes avances de la tecnología médica) podía hacer frente a los determinantes de la salud que eran esencialmente psico-sociales. Es así, que progresivamente se da un salto hacia el abordaje de aspectos de promoción y de prevención; donde la Atención Primaria de la Salud (APS) y el trabajo en equipos multi e interdisciplinarios son fundamentales. Ejemplificando esta tendencia podemos identificar el surgimiento masivo de las policlínicas barriales y las campañas de prevención y promoción de salud, (como las del dengue, el día mundial de la lucha contra el cáncer de mama y las campañas contra la violencia de género).

Apoyados en este cambio de modelo y en la promulgación de varias leyes (por ejemplo la Creación del Sistema Nacional Integrado de Salud y la Ley de Salud Mental), cada uno de nosotros como usuario o usuaria de un prestador de salud público o privado
debe acceder a una atención que le garantice la integralidad y la calidad de la misma. Es decir; deberíamos poder acceder a la atención psicológica de igual forma que accedemos a una consulta de medicina general, entre otras. Pero esto; ¿sucede de esta manera?. Ante esta pregunta, parece interesante aportar un dato que surge de nuestra cotidianidad como usuarios del sistema de salud y como profesionales que trabajan en territorio: si bien se observa un aumento del número de psicólogos y también de la demanda de atención, se presenta una paradoja; los servicios de salud no logran atender esta necesidad, generando largas y largas listas de espera y cadenas de derivaciones para acceder a una consulta que debería ser inmediata.

Estamos hablando que desde el sistema se le pide a la gente que postergue su dolor, para dentro de seis meses, en el mejor de los casos. Seguimos minimizando la importancia de lo mental y su impacto en los procesos de salud integral. En algunos casos,
a partir de estas cadenas de derivaciones se obliga a aquellas personas que pueden pagarlo, a recurrir a consultas privadas. Entendemos que esto marca una diferencia que no debería existir, ya que los espacios de atención psicológica debieran estar garantizados para toda aquella persona que sienta que lo necesite.

Consagrar el derecho a la atención de lo mental en la salud es un compromiso impostergable que se le debe todas las personas que durante mucho tiempo han sufrido en silencio en nuestro país.

Lic. en Psicología Gabriel Nicolas ParedesInstagram: @gabriel.paredes.psico098 627 338
Lic. en Psicología Mariana Noemí SeveroInstagram: @licpsico.severo099 483 581

Dejá tu comentario (no es obligatorio poner e-mail)

Copy link
Powered by Social Snap