Inicio COLUMNAS ESPACIO PSYCHE: PANDEMIA Y ¿AISLAMIENTO SOCIAL?

ESPACIO PSYCHE: PANDEMIA Y ¿AISLAMIENTO SOCIAL?

abril 19, 2020

 

Por: Lic. Mariana Severo y Lic. Gabriel Paredes.

 

Al día de hoy podemos aventurar que prácticamente todos estamos al tanto de la situación extraordinaria que está atravesando el mundo. La Pandemia causada por el COVID-19 supone enfrentarnos a un desafío inédito para la humanidad, por lo que entendemos importante pensar en relación a las consecuencias que todo este asunto tiene para la vida cotidiana.

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) para combatir la propagación de la enfermedad se recomienda extremar las medidas de higiene personal; evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca; cubrirse con el codo doblado o un pañuelo al toser y estornudar; evitar al máximo salir de casa ante la presencia de algún síntoma de la enfermedad recurriendo a atención médica telefónica, procurando no trasladarse a los hospitales; y por último, como principal medida para evitar la saturación de los sistema de salud: El distanciamiento social o como ha sido traducido a campañas de redes y medios de comunicación: #quedateencasa.

El distanciamiento social o físico implica restringir las interacciones sociales presenciales al máximo. En distintos países del mundo con el objetivo de garantizar el cumplimiento de esta medida se han decretado cuarentenas obligatorias; en otros, como es el caso de Uruguay esta medida no fue declarada, exhortando a la población a seguir las recomendaciones de la OMS, acompañando este pedido con algunas medidas como: la suspensión de clases presenciales; la incorporación del teletrabajo y el cierre de algunos pasos fronterizos y aeropuertos.

Si bien, lo ideal sería que cada uno de nosotros acatara lo más rígidamente posible dicho pedido de las autoridades, es importante entender que cada familia vive realidades distintas, y en muchos casos, es imposible cumplir con las medidas de confinamiento exigidas. En relación a esto, cuando hablamos de orientaciones y/o recomendaciones ante la alarma social y la cuarentena; sabemos que no podemos generalizar. Para nosotros, generalizar es injusto porque si bien hay muchas personas que están “cómodos” implementando diversas estrategias en sus casas para ganarle al aburrimiento, hay otras que se encuentran increíblemente incómodos porque no están pudiendo llevar un plato de comida a la mesa.

Como ya se ha dicho, el impacto de la emergencia puede variar dependiendo de la situación socio-económica de las personas, las historias de vida, la configuración del núcleo familiar, entre otros factores; por ello sostenemos que es sumamente necesario promover estrategias para evitar que el distanciamiento físico-social se transforme en aislamiento social. Es importante poder diferenciar estos términos que suenan tan parecidos. Por un lado tenemos el distanciamiento físico-social como medida de cuidado promovida por el Estado, mientras que del otro se encuentra el aislamiento social; una condición que afecta el bienestar integral de la persona, y desde nuestro punto de vista es un elemento adverso que puede llevar a la pérdida o el debilitamiento de los vínculos, a la desorientación espacio-temporal y enajenación.

El Aislamiento Social toma especial relevancia ya que constituye un factor de riesgo ante la problemática invisibilizada del suicidio; problemática que no podemos dejar de mencionar en el marco de esta situación. Uruguay, en el año 2019 registró la mayor cantidad de suicidios en siete años, si bien es un problema que afecta mayormente a las personas de tercera edad (hacemos hincapié en que también es ésta la población más vulnerable ante la pandemia); las cifras en nuestro país son las más altas de todo América, tomando actualmente mayor relevancia el suicidio en adolescentes. Trayendo a mención los aportes realizados por el Grupo de Comprensión y Prevención de la Conducta Suicida de la Universidad de la República (UdelaR) podemos decir que la vulneración de derechos de las personas en los ámbitos económicos, sociales y culturales influye significativamente en este preocupante fenómeno; y volviendo al contexto actual, que ha derivado en una crisis social económica y laboral, es necesario prestar especial atención a este flagelo.

Las reacciones que estamos vivenciando frente a la pandemia no son universales; pueden ir cambiando de persona en persona. Las más sonadas, en estos días se relacionan con sentirse embotado, dar vueltas sobre el mismo tema sin poder controlarlo, dolor de cabeza, falta de energía, dificultades del sueño y el descanso, la preocupación excesiva por uno mismo y por los demás, angustia, miedo, enojo, tristeza, incertidumbre, culpa, ansiedad y autorreproche. Es sumamente necesario entender que son reacciones comunes y esperables ante este evento extraordinario e inédito. Por lo tanto, no debemos de mirar estas reacciones desde la patología; aunque de sentirlo necesario, se recomienda recurrir a ayuda profesional.

En relación a lo dicho anteriormente, nos gustaría plantear algunas recomendaciones dirigidas a la población en general, que entendemos pueden ayudar a sobrellevar de mejor manera la situación:

  • Evitar la sobreinformación; estar muchas horas recibiendo noticias, nos genera mucha ansiedad. A la hora de compartir información seamos cuidadosos, busquemos que esté avalada por algún organismo oficial y que sea certera y útil.
  • No centrarnos en la idea de encierro por cuarentena; tratemos de cambiar la idea de “no puedo salir” a “elijo quedarme en casa evitando así la propagación del virus y salvando vidas” para así cargar de una valoración positiva nuestro accionar.
  • Mantenernos en contacto con nuestros seres queridos a través de la tecnología; Recordemos que es distanciamiento físico y no aislamiento social.
  • Planificar nuevas rutinas respetando las individualidades y que otorguen la posibilidad de participación a todos los integrantes del hogar, acordada por los mismos; hay que tener en cuenta que estamos transitando un momento especial, por lo cual está bien permitirse flexibilidad. Hay que saber que la desorganización refuerza la sensación de caos y es más agotadora.
  • No sobreexigirse ni pretender ser productivo todo el tiempo; desde las redes y el discurso neoliberal se difunde la idea que refuerza la necesidad de estar todo el tiempo “activo y ocupado” no dejando ver que somos seres humanos y no máquinas.
  • Buscar formas de bienestar integral; momentos de ejercicio físico y movimiento, bailar un rato, cantar una canción, tocar un instrumento, salir al sol. En la medida de lo posible busquemos actividades que nos carguen de energía.
  • Buscar formas de colaboración y solidaridad; como dijimos anteriormente, es un momento difícil para la comunidad pero algunas situaciones presentan una mayor dificultad. Es necesario buscar estrategias colectivas de afrontamiento, conocer las dificultades que puedan estar pasando vecinos y vecinas y ver modos de colaborar.

Para finalizar, queremos hacer énfasis en que estamos atravesando una crisis. La mayoría de nosotros cuando hablamos de crisis pensamos en peligro y lo asociamos con algo malo, con el peligro de que nada volverá a ser como antes. Pero es interesante entender que el concepto de crisis conlleva una dualidad, es decir, también nos presenta una oportunidad; oportunidad de ver las cosas desde una perspectiva diferente, de modificar modos de vida y vínculos adversos que hemos ido naturalizando con el planeta, con el otro, con la diferencia; y por sobre todo una oportunidad de trascender el individualismo y entender que lo que le pase al otro nos afecta, directa o indirectamente y que no podemos vivir bien siendo indiferente a los demás. Proponemos ver en esta crisis la oportunidad de hacernos más humanos.

Dejá tu comentario (no es obligatorio poner e-mail)

Copy link
Powered by Social Snap